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COMUNICACIÒN -SUPERESTRUCTURA NARRATIVA

COMUNICACIÒN
EL interés por el estudio del sistema de la lengua como acto de comunicación lleva a integrar los múltiples aspectos funcionales que coexisten en un mismo discurso, si bien las funciones se presentan jerarquizadas, es decir, una predomina sobre las demás. El siguiente cuadro presenta en forma esquemática las funciones del lenguaje:




Contexto
referencial


Emisorexpresiva

Mensaje
poética

Receptorconativa


Contacto
fática

Códigometalingüística


Estructuras globales: superestructuras

Una superestructura establece el orden global de un texto que se compone de una serie de categorías, cuyas posibilidades de combinación se basan en reglas. Las reglas que generan estas superestructuras poseen un carácter convencional y pertenecen a la competencia lingüística y comunicativa general, es decir que la mayoría de hablantes de una comunidad lingüística las conoce o reconoce.
Las superestructuras caracterizan tipos de textos. Un texto tiene una estructura gramatical compuesta de macroestructuras y microestructuras oracionales y una estructura estilística. Por ejemplo, la narración es una superestructura, independiente del contenido de una narración particular, las superestructuras permiten reconocer y la vez determinar la coordinación global de las partes del texto.

Superestructuras narrativas
Los textos narrativos son 'formas básicas' globales muy importantes de la comunicación. Con «textos narrativos» hace referencia, en primer lugar, a las narraciones que se producen en la comunicación cotidiana: narramos lo que nos pasó (a nosotros o a otros que conocemos) recientemente o hace tiempo.

Esta narración sencilla y 'natural' es primariamente oral, aun cuando podamos anotar los sucesos en cartas o diarios, o grabar y reproducir. En el contexto conversacional, en el que transmitimos la 'misma' narración a otros interlocutores, producimos por lo general una variante de la primera narración, es decir, un texto con la misma macroestructura.

En segundo lugar, los textos narrativos que refieren a otros tipos de contexto, como los mitos, cuentos populares, las sagas, leyendas, y en tercer lugar, las narraciones más complejas definidas con el concepto de 'literatura': cuentos, novelas, etc.
Van Dijk analiza las características básicas de la narración oral.

Texto narrativo

1) La primera característica del texto narrativo consiste en que se refiere a acciones de personas, de manera que las descripciones de circunstancias, objetos u otros sucesos quedan claramente subordinadas. A este respecto, un texto narrativo se diferencia sistemáticamente de, por ejemplo, un catálogo.

2) Un texto narrativo debe poseer como referentes un suceso o una acción que cumplan con el criterio del interés. Si se convencionaliza este criterio, se obtiene una primera categoría de superestructura para los textos narrativos: la complicación.

Aunque la complicación, puede ser un suceso en el que no intervienen personas, como un terremoto o una tormenta, requerirá que a lo largo del texto se vean implicadas algunas personas en su reacción ante el suceso. Esta reacción a menudo podría ser una resolución de la complicación.

3) Con estas dos categorías de complicación y resolución tienen que ver con el núcleo de un texto narrativo cotidiano. Llamaremos suceso a este núcleo.
Cada suceso tiene lugar en una situación determinada, en un lugar determinado, a una hora determinada y en determinadas circunstancias. Se denominará marco a la parte del texto narrativo que especifica estas circunstancias. El marco y el suceso juntos forman algo que puede llamarse episodio. Dentro del mismo marco pueden darse varios sucesos. Lo mismo vale para el episodio: los sucesos pueden tener lugar en sitios diferentes. Esta serie de episodios se llama trama del texto narrativo.
La mayoría de los narradores no sólo reproduce los sucesos, sino que también aporta su reacción mental, su opinión o valoración. Esta categoría se denomina generalmente evaluación. Junto con la trama, la evaluación forma la verdadera historia, empleada aquí como término técnico. Obsérvese que la evaluación en sí no pertenece a la trama, sino que se trata de una reacción del narrador frente a la misma.

4) Muchos textos poseen también un anuncio y un epílogo, que son de naturaleza más bien pragmática que semántica, por lo que se refieren a las acciones actuales y futuras del hablante/narrador y/o del oyente. Un típico ejemplo de esta categoría de epílogo lo aporta la fábula, en la que al final se extrae una 'lección' o una 'conclusión', la moraleja, en cierto sentido una conclusión práctica: ¿qué se tendría/tendrá que hacer o no en el futuro si se tienen presentes los sucesos de la historia?
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La superestructura de un texto narrativo puede esquematizarse del siguiente modo:

NARRACIÓN


HISTORIA MORALEJA

TRAMA EVALUACIÓN

EPISODIO

MARCO SUCESO

COMPLICACIÓN RESOLUCIÓN

EL FANTASMA DE HORACIO QUIROGA

El fantasma de Horacio QuirogaEl fantasma de Quiroga deambula por los corredores de su vieja casa, como si quisiera efectuar en la muerte un regreso que no cumplió en vida.Brindamos la segunda entrega de nuestro espacio dedicado a Salto dentro de las leyendas urbanas, gracias a la colaboración de Diego Moraes. Tras la publicación de "La aparecida de la Ruta 3", Diego nos deja otro adelanto de su libro "Bestiario del Salto Oriental", dedicado a las historias sobrenaturales de ese departamento. En este segundo capítulo, el protagonista no es otro que la figura más entrañable de Salto: el escritor Horacio Quiroga, cuya trágica y accidentada vida dejó la simiente perfecta para la creación de una leyenda tras su muerte. Según los registros más fieles, la última vez que Horacio Quiroga puso un pie en Salto fue hacia fines del año 1902 o principios del 1903, cuando ya estaba radicado en Buenos Aires luego del trauma que le había provocado la muerte de su amigo Federico Ferrando. Juró entonces -cosa que literalmente cumplió- no regresar jamás en su vida. Las razones parecían justificadas: la ciudad natal, para Quiroga, no era otra cosa que un enorme signo de su desdicha personal. Salto había sido el escenario de dos muertes que calaron hondo en su espíritu (la de su padre Prudencio en 1879, y la de su padrastro Ascencio Barcos, en 1891). Fueron los salteños quienes desdeñaron con indiferencia sus ejercicios literarios en Gil Blas y en La Revista; y era también salteño, finalmente, el hermano del alma que acababa de morir, víctima de su propio descuido. Nada parecía haber en Salto que el precoz escritor -por entonces de apenas veinticinco años de edad- pudiera asociar con la felicidad o siquiera lejanamente con la alegría. Sin embargo, muchos son los biógrafos que han advertido que, hacia los últimos instantes de su vida, Horacio Quiroga planeó casi secretamente una íntima reconciliación con el suelo natal. En buena medida, este propósito ya podría adivinarse considerando con atención la correspondencia quiroguiana hacia la época de su segundo exilio misionero y las reiteradas ocasiones que en ella el escritor recuerda con cariño y nostalgia las ya lejanas horas de la juventud. En algunas, como las cruzadas con Fernández Saldaña, Quiroga habla a menudo de rostros, de nombres y de amigos del Salto, y cuenta con insistencia humorísticas anécdotas y recuerdos allí vividos. En otras, como las mantenidas con su amigo y coterráneo Enrique Amorim, el escritor habla mucho más explícitamente de un proyecto general de "rever el paisaje salteño", proyecto que incluía no solamente una revaloración de las posibilidades estéticas del recuerdo del terruño sino también, acaso, una vuelta al hogar ("Al fin y al cabo -escribió una vez- hasta los elefantes van a morir todos al sitio dónde dieron sus primeros trotes"). De hecho, este último propósito estuvo muy cerca de concretarse hacia el año 1935 cuando el propio Amorim le realizó una invitación al chalet "Las Nubes", que Quiroga a la postre rechazaría alegando su voluntad de evitar los previsibles homenajes oficiales. No obstante, la verdadera razón por la que el proyecto quiroguiano de la recuperación del Salto quedó finalmente trunco fue mucho más drástico: poco tiempo más tarde el escritor comenzaría a padecer los primeros síntomas de un irreversible cáncer gástrico, y tanto su salud como su desequilibrado estado anímico lo arrastraron obligatoriamente hacia Buenos Aires. Allí, aquejado por el sufrimiento y la soledad, la idea del suicidio se instaló en su mente con más fuerza que la del regreso. Sin embargo, es verosímil que hacia sus últimos segundos, y ya de cara a Dios, Quiroga siguiera pensando, como en un sueño, en su Salto nativo. Pensó tal vez -como había dejado escrito en el Diario de Viaje a París- que solamente en Salto había encontrado alguna vez diversión. Que entre los amigos que lo acompañaron fielmente durante toda su vida figuraban muchos salteños. Que fueron los primeros escritos salteños, acaso, los únicos que le produjeron verdadera felicidad creativa. Que la absurda Comunidad de Los Tres Mosqueteros -precursora del célebre Consistorio del Gay Saber- fue una de las experiencias más delirantes que alguien pudiera imaginar. Que los carnavales salteños le proporcionaron el conocimiento de algunos amores imborrables; y que fueron muchos también, en definitiva, los buenos recuerdos de su vida de estudiante en el Instituto Politécnico. Es también verosímil suponer que la fatídica noche de febrero de 1937 en que Quiroga entró en la muerte en el Hospital de Clínicas de Buenos Aires, luego de ingerir una fuerte dosis de cianuro, llevara todas o siquiera algunas de estas imágenes impregnadas en su retina. Pues bien, tal es la razón, y no otra, por la que el fantasma de Horacio Quiroga se aparece todavía en tantos lugares del Salto: para conseguir, desde el más allá, la anhelada vuelta al hogar que su cuerpo humano no pudo alcanzar en vida. Tal vez también por esta razón, los lugares en que con más frecuencia se manifiesta su espectro sean las dos casas que éste habitó en la ciudad. En la primera, ubicada sobre calle Uruguay, sucesivos inquilinos han visto ciertas noches al fantasma de Quiroga deambulando por la oscuridad de los corredores, envuelto en una larga manta de color rojo; y en la segunda, la casona ubicada sobre Avenida Viera en que funcionaba hace no mucho tiempo la llamada "Escuela al Aire Libre", suele presentarse a los niños, caseros y cocineros del centro educativo, la mayoría de las veces sentado en una silla de hamaca ubicada junto a la estufa del lugar, aunque también hacia los terrenos del fondo, revolviendo las plantaciones de verduras o utilizando clandestinamente las herramientas del galpón. En tales casos, el fantasma aparece invariablemente con el aspecto con que recuerdan a Quiroga sus últimas fotografías: enflaquecido, la piel arrugada y amarillenta, la espesa barba comiéndole la cara, la mirada triste y como perdida en el vacío. Pero no son por cierto éstos los únicos sitios de sus póstumas peregrinaciones salteñas. Por el contrario, se refieren apariciones suyas en la zona de la Costanera Sur, más precisamente en los alrededores del Mausoleo erigido en su nombre y en el que está ubicada la famosa -y también maldita- urna de Ezria que guarda sus terrenales cenizas. Igualmente, hay testimonios que aseguran la presencia del fantasma de Horacio Quiroga re-editando en bicicleta la célebre travesía Salto-Paysandú, pedaleando muy orgulloso con su camiseta del Club Ciclista Salteño. Tales apariciones salteñas del espectro de Quiroga, naturalmente, suelen promover el espanto de sus ocasionales testigos. Sin embargo, viéndolo de otro modo, son la cosa más natural del mundo. Al fin y al cabo ¿qué otro destino más conveniente para el fantasma de un hombre que en toda su vida no fue sino un perpetuo desterrado, que el de intentar recuperar, al cabo de ésta, el familiar sabor del suelo natal, vale decir, regresar a las entrañas mismas de la madre tierra? Diego Moraes (Salto, 23 / 2 / 79) es Licenciado en Letras por la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (UdelaR) y Procurador por la Facultad de Derecho (UdelaR). Ha colaborado también como redactor en varias publicaciones culturales, tales como Prima Cruzada (Montevideo) y La Ventana Magazine (Salto). Su libro "Bestiario del Salto Oriental. Antología de mitos y leyendas fantásticas del departamento" tuvo una primera edición (promocional, 50 ejemplares) y se prepara una segunda a través de Zujka Ediciones, 2007.